Esto ha sido un proceso que se fue desarrollando a lo largo de toda mi vida. De pequeño me gustaba tomar la guitarra clásica que mi tía guardaba en un closet cuando visitámos a nuestros abuelos, escuchar su sonido y apreciar sus formas y mecanismos. Ya en el colegio, durante la enseñanza media en la segunda mitad de los 80, junto a mi hermano construimos dos guitarras eléctricas, dos experimentos con diferentes resultados, una evocaba una Flying V de color rojo y la otra una Les Paul de color negro, esta última logramos venderla después de publicarla en El Rastro, todo esto antes de la era digital, tiempos sin celular, sin internet y sin información, por lo cual a pesar de los innegables errores lo considero una proeza. Ya en los noventa participé junto a mis amigos del barrio en una banda musical dónde tocábamos canciones de Los Prisioneros, de Punk y por supuesto de Nirvana que había aparecido para cambiarlo todo, pasaron por mis manos una guitarra Peavey Predator, made in USA y una legendaria Epiphone Genesis. Luego vino otra fugaz banda justo antes que llegaran la familia, el trabajo sin parar y las responsablidades mayores. Aquí el paréntesis es largo y recién durante la pandemia y gracias al tiempo extra que me significó el teletrabajo quise retomar las cuerdas y me decidí a comprar una guitarra eléctrica, y no quería una cualquiera, buscaba una especial y única, pero no muy cara, obviamente y asi fue que encontré una Supro Westbury de color blanco que aun conservo. Y como no hay primera sin segunda, manifestando probablemente los primeros síntomas de GAS, pronto compré una Fender Jazzmaster Player Series, que tuve por unos dos años hasta octubre de 2023, me gustaba su sonido pero no me resultaba tan cómoda como la Supro y entre una calibración y buscar una nueva, opté por venderla. La búsqueda de una reemplazante se transformó sin querer en un nuevo pasatiempo que además me comenzó a generar algunas utilidades, la compra y venta de guitarras y bajos. Compraba instrumentos musicales que muchas veces desarmaba, ajustaba, limpiaba y hasta reparaba, todo de manera autodidacta, teniendo solo a Youtube como maestro, hasta que me decidí a tomar un curso de verdad y profesionalizar este nuevo oficio. En junio de 2024 finalicé y obtuve mi Diploma en el Curso de Mantención y Calibración de Guitarras y Bajos realizado por el Instituto de las Artes de Chile. Un largo camino que me hace creer que nada es producto de la casualidad. El resultado final es Jimi Roger, que debo aclarar no es mi nombre, sino un homenaje a dos reconocidos músicos en los que quise representar a todos los amantes de la guitarra y del bajo.
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TRABAJANDO EN EL TALLER DE JIMI ROGER
La guitarra es un sistema complejo en que cada detalle o componente contribuye al resultado final: su sonido. Mejorar o mantener de buena manera cada uno de estos aspectos se traducirá no solo en un mejor sonido, si no que también en un instrumento más cómodo y fácil de tocar. La calibración periódica de tu guitarra o bajo ayuda a mejorar notoriamente su ejecución y entonación.
Después de agendar tu visita o coordinar el retiro de tu instrumento, trabajaré en tu guitarra o bajo en búsqueda del mejor resultado de acuerdo a lo que necesitas, siendo éste tratatado y cuidado como si fuera propio.
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